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Nuria Romero

Microbiota intestinal (II)

En esta segunda parte, hablaremos de cómo afecta la microbiota a aspectos tan relevantes en la vida actual como la obesidad, enfermedades gastrointestinales, e inmunidad entre otros.


Microbiota y obesidad


La microbiota intestinal juega un papel significativo en la regulación del peso corporal y el metabolismo energético. Las personas con obesidad suelen presentar una microbiota menos diversa y con una composición diferente, caracterizada por una posible mayor abundancia de bacterias que facilitan la extracción de energía de los alimentos, como las Firmicutes.


Esta capacidad aumentada de obtener energía de los alimentos puede contribuir al desarrollo de un balance energético positivo y, por lo tanto, al aumento de peso. (No olvidar que influyen más factores, pero este podría ser uno a tener en cuenta). Además, una microbiota desequilibrada en individuos obesos puede promover la inflamación crónica de bajo grado, la resistencia a la insulina y otros componentes del síndrome metabólico.


La interacción entre la microbiota intestinal, el sistema inmune y el metabolismo celular también desempeña un papel crucial en la obesidad. Los estudios han mostrado que modificar la composición microbiana a través de intervenciones como probióticos, prebióticos o trasplantes fecales puede tener efectos beneficiosos en la regulación del peso y el metabolismo de personas con obesidad. Si es cierto que son estudios temporales. Debería hacerse un seguimiento de más años para valorar si realmente tiene ese efecto positivo o no.

Personalmente, considero que si se hace además una intervención de educación nutricional, mejora de hábitos (ejercicio, estrés, descanso...), esos efectos positivos se mantendrán. De lo contrario, la microbiota es cambiante, y podemos volver al punto de partida.

Enfermedades gastrointestinales

La microbiota intestinal también desempeña un papel crucial en diversas enfermedades gastrointestinales. En patologías como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), que incluye la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, se observa un desequilibrio en la composición microbiana. Este desequilibrio puede contribuir a la inflamación crónica y al daño intestinal característicos de estas enfermedades. Por ejemplo, se ha observado que en la EII hay una disminución de ciertas bacterias beneficiosas y un aumento de bacterias patógenas o proinflamatorias.


Además, en el caso del síndrome del intestino irritable (SII), se han identificado alteraciones en la microbiota intestinal que pueden estar asociadas con los síntomas de dolor abdominal, hinchazón y cambios en los hábitos intestinales. La investigación sugiere que el desequilibrio en la microbiota puede influir en la permeabilidad intestinal y en la respuesta inmune local, exacerbando los síntomas del SII.


La clave por tanto para el tratamiento, sería saber qué factores desencadenan dichos desequilibrios. Hasta día de hoy sabemos que influye: estrés, descanso, alimentación, ejercicio, actividad física, edad y genética entre otros.

Por tanto, aunque hay factores no dependientes de nosotros, otros muchos si están más en nuestras manos. Actuando sobre los mismos se pueden observar grandes mejorías a nivel de sintomatología.


Inmunidad

La microbiota intestinal juega un papel importante en el sistema de defensa del cuerpo. Desde temprana edad, ayuda a educar nuestro sistema inmunológico para que funcione correctamente. Al mismo tiempo, el sistema inmunológico controla y afecta la composición de la microbiota intestinal, manteniendo un equilibrio.

Cuando este equilibrio se rompe, por ejemplo, si hay menos bacterias beneficiosas y más bacterias patógenas, el sistema inmunológico puede reaccionar de manera anormal. Esto puede llevar a problemas como inflamaciones crónicas y aumentar el riesgo de enfermedades autoinmunes, donde el cuerpo ataca sus propios tejidos.


Enfermedades neurológicas

Se ha descubierto que la microbiota no solo afecta la salud digestiva, sino también la función del sistema nervioso central a través de varias vías. Por ejemplo, la comunicación bidireccional entre el intestino y el cerebro, conocida como eje intestino-cerebro, es influenciada por la microbiota. Esta comunica con el cerebro mediante la producción de neurotransmisores y ácidos grasos de cadena corta, que pueden influir en el estado de ánimo y la función cognitiva.


Además, desequilibrios en la microbiota pueden desencadenar inflamación crónica y alterar la respuesta inmune, factores implicados en enfermedades neurológicas como el Alzheimer, Parkinson y esclerosis múltiple. Algunas bacterias intestinales también producen neurotransmisores directamente, lo que puede impactar el estado emocional y mental de una persona. Estudios recientes han mostrado asociaciones entre la composición de la microbiota intestinal y la presencia o gravedad de diversas enfermedades neurológicas.


Las intolerancias

La microbiota intestinal desempeña un papel fundamental en la regulación de las intolerancias alimentarias, influenciando tanto la barrera intestinal como la respuesta inmune del cuerpo frente a ciertos alimentos. Las intolerancias alimentarias pueden surgir cuando la microbiota intestinal está desequilibrada o comprometida, lo que puede afectar la capacidad del intestino para procesar y tolerar ciertos nutrientes.

Por eso, cuando en adultos no se tolera bien la fructosa, sorbitol, se habla de malabsorción, y siempre hay que ir más allá. No podemos quedarnos solo con ese primer diagnóstico, sino que debemos indagar el origen, ya que suele tratarse de malabsorciones secundarias a una patología origen que afecta a la integridad de la barrera intestinal. (Ejemplo: síndrome de intestino irritable, SIBO, celiaquia...)

Además, los FODMAPs (oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables) son carbohidratos que pueden ser mal absorbidos en el intestino delgado y fermentados por bacterias en el intestino grueso, causando síntomas en personas con síndrome de intestino irritable (SII) y otras sensibilidades digestivas. Una microbiota desequilibrada puede estar implicada en la fermentación excesiva de estos FODMAPs, exacerbando los síntomas de intolerancia.


La investigación continúa explorando cómo mejorar la salud intestinal a través de estrategias dietéticas, como el consumo de alimentos prebióticos y probióticos, puede ayudar a restaurar el equilibrio microbiano y mejorar la tolerancia a ciertos alimentos.


Como podemos observar, la microbiota afecta a diferentes afecciones, de ahí la importancia de cuidarla. A fin de cuentas como hablamos siempre, somos un todo, y en nuestro organismo se producen conexiones y comunicaciones de manera continuada, afectando unas a otras. Esta interacción hace complejo el determinar la causística de muchas patologías, de ahí la importancia de un abordaje completo. Es decir, no podemos quedarnos en que como la microbiota mejora con probióticos y prebióticos, esa es la solución. Será importante tener en cuenta los diferentes factores influyentes en la misma, y dentro de nuestras posibilidades abogar por unos hábitos saludables de manera holística y completa.


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